Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental
Titulo de forma irónica y con un poco de retranca para llamar su atención y opinar sobre la
visita la semana pasada de Fernando Valladares a la Universidad de Almería, aunque bien
podría ser alguno de los titulares interesados, falsarios y mentirosos de una parte de la prensa
que busca desprestigiar y ridiculizar a todos aquellos que hablan de las consecuencias del
Cambio Climático para la Humanidad.
En realidad, lo que me interesa es esto último, el acoso y derribo que está sufriendo, tanto por
parte del sistema legal, político y empresarial que mueve los hilos, como de las marionetas
lobotomizadas que se dejan manejar y creen actuar a título personal.
Valladares, de forma muy resumida, es uno de los grandes científicos de este país, su currículo
y premios nacionales e internacionales le avalan. Pero, reconociendo que el tiempo se nos
acaba y que la ciencia no es suficiente para cambiar las políticas, se ha convertido en un gran
divulgador y activista. Reconozco que siento admiración por esta gente que, sin tener
necesidad de meterse en jaleos, decide pasar a la acción, encabezar movimientos sociales y
complicarse la vida por el bien común.
Exponerse fuera del encorsetado, elitista, conservador y endogámico mundo académico le ha
supuesto una acusación de terrorismo por parte de la Fiscalía que le pide año y medio de
cárcel por tirar pintura diluida en agua contra el Congreso de los Diputados, junto a otros
científicos y pensadores que realizaron una protesta en abril de 2022 para denunciar la
inacción climática.
Aún se está a la espera de la sentencia final, pero toda esta absurda, cómica y rocambolesca
situación, más propia de regímenes fascistas, dictatoriales y nada democráticos, es la manera
que tiene el sistema para acallar, amedrentar y silenciar las voces que dicen verdades
incómodas, buscan un despertar social y promulgan una nueva sociedad más justa, libre e
igualitaria, que defienda los Derechos Humanos por encima del capital.
Pero si da miedo que aquellos que nos tienen que defender no lo hagan por contentar a los
amigotes poderosos y su vasallaje a las grandes empresas, da más miedo que cualquier
descerebrado nos pueda amenazar de muerte en las redes sociales por exponer datos
científicos que demuestran que el Cambio Climático mata, y que la negligencia, inacción, e
intereses espurios de nuestros políticos multiplica el número de fallecidos, y ,por tanto, habría
que pedirles responsabilidades penales por ello.
Hay muchos ejemplos, pero uno de los más ofensivos que atenta contra la vida de las
personas, que humilla la democracia y nos debe avergonzar como país, es que un mes después
de la catástrofe de Valencia, siga adelante, presentada por VOX y el PP en 2023, la
contrarreforma para simplificar los trámites que permite construir en zonas costeras e
inundables en la Comunidad Valenciana.
¿Son negacionistas del Cambio Climático? No. Conocen más que nadie los riesgos, tienen
muchos informes sobre la mesa, pero priorizan más los pelotazos urbanísticos que les van a
llenar los bolsillos, que la vida de sus vecinos. Son ellos los terroristas, que, como recoge la
RAE, es una actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de
modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
Denunciar este tipo de cosas tras la DANA, le supuso varias amenazas de muerte en las redes
sociales. Ante estos hechos, lo único que se ha podido hacer, aparte de denunciarlo
legalmente aun sabiendo que nada se resolverá, es intentar respaldarlo socialmente, para lo
que más de 1000 colectivos ecologistas, ambientales, conservacionistas y organismos
científicos han firmado un manifiesto denunciando este delito e intento de coacción.
De toda la charla me quedo con las cinco cosas que habría que hacer para solventar esta
emergencia climática, que, más que poner en peligro la vida en el planeta, amenaza la
supervivencia de los humanos, la especie más frágil y dependiente del equilibrio ecológico.
Para muchos será una utopía, pero Valladares considera que hay que cambiar el sistema
económico, el capitalismo; el modelo energético para generar aquella energía que garantice
nuestro desarrollo sin sobrepasar los nueve límites planetarios; el modelo de empresa, para
que el balance económico no sea el único que determine el éxito; el sistema político, que
devuelva la autonomía y el poder a la ciudadanía; y el sistema sanitario para que se adopte el
concepto, la noción, de salud planetaria.
Todo lo demás, si no lo hacemos de forma global, es parchear, ecopostureo o, como decía
Confucio, de necios, que miran el dedo mientras el sabio señala la Luna.